lunes, 13 de mayo de 2013

"Contradicciones de la devaluación interna"

La Voz de Galicia, Mercados, 12-V-2013

A ORILLAS DE LA CIFRA

Xosé Carlos Arias

          Contradicciones de la devaluación interna

Desde que se oscureció el escenario económico, algunas expresiones antes solo usadas por los técnicos han pasado a ser de dominio común; entre ellas figura la “devaluación interna”. Por tal cosa se entiende, más o menos, una política dirigida expresamente a deprimir los salarios, con el fin de ganar alguna dosis de competitividad, que por algún motivo se ha visto reducida. Las razones que ahora mismo se suelen invocar en un país como España para llevar adelante una política de ese tipo son dos.

La primera remite a la presión que origina en los países desarrollados la dinámica de la deslocalización económica. Es este un factor que en ningún caso se puede ignorar: son muchos los países, y algunos muy grandes, que están llegando a ocupar posiciones importantes en mercados internacionales muy diversos, y lo hacen –ya se sabe- con una fórmula arrasadora de capitalismo de Estado y salarios de miseria. Para competir con eso, se dice, no nos queda otra opción que la de reducir de un modo notable nuestros propios salarios. Algo de lo cual parecen totalmente convencidos algunos dirigentes europeos, como la señora Merkel.

Pero ante esto, cabe preguntarse: ¿seremos realmente capaces de competir con China o India en esos términos?. ¿Sería posible –no digo deseable- ahora mismo en Europa occidental regresar a un mundo dickensiano sin que rompieran todas las costuras del edificio social?. ¿No habría que buscar la fuente de la verdadera ventaja competitiva en otros lugares, como la educación, la calidad institucional y la continuada mejora científico-técnica, como afirman las modernas teorías del crecimiento?. Sobre esto hay que recordar que en muchos países, como el nuestro, estas últimas actividades están siendo gravemente constreñidas en el contexto de la actual política de supuestas “reformas para ganar competitividad a largo plazo”.
La segunda razón se refiere a las condiciones existentes en una unión monetaria, como la eurozona: cerrado el mecanismo de devaluación del tipo de cambio, las diferencias en productividad y capacidad competitiva en el interior del área exigen reducción de salarios por parte de los rezagados. Lo cual se convierte en imperativo en gran medida por la actual deriva de la UE, que considera anatema cualquier posibilidad de una verdadera política anticíclica común (ni transferencias internas, ni una mínima mancomunidad de deuda, ni una verdadera unión bancaria).

En esas condiciones, la ratonera en que se ha convertido el club del euro apenas deja alternativa a la devaluación interna (de hecho, ya ha ocurrido, en porcentajes en torno a un 8 % desde 2008). No estaría mal que los diferentes agentes políticos y sociales lo entendieran para llevarlo adelante de un modo consensuado y repartiendo equitativamente sus costes (algo que, en último término hace añorar los Pactos de la Moncloa de 1977). Pero por bien que se haga, introduce una tremenda incógnita sobre el futuro de la propia integración europea: si la unión monetaria era realmente eso, es decir, si para mantenerla será imprescindible reducir notablemente los salarios en muchos países, ¿no optarán algunas sociedades por romper los grilletes, a pesar de los problemas de todo tipo que ello pudiera traer consigo?.

Pero hay en todo ello una contradicción mucho más inminente: el trade-off (situación de incompatibilidad) entre objetivos económicos a largo y a corto plazo. Aún si se admite la necesidad de una devaluación interna en una perspectiva temporal dilatada, ante la coyuntura actual de caída sostenida e importante de la demanda interna, la presión sobre las rentas puede ser -está siendo ya- una de las principales mechas del gran incendio económico. Ello requiere –como siempre ocurre con los problemas de trade-off- gradaciones, matices, reparto en el tiempo, finos ajustes; es decir, sutiles cirugías y no brutales y continuos machetazos. Por eso esto no mejora.