jueves, 6 de junio de 2013

"Como un chicle"

mayo, 2013
Si todas las grandes crisis tienen sus villanos, parece que esta que ahora nos acongoja ya ha elegido el suyo: por encima de otros insignes candidatos –ya se sabe: los políticos, los tecnócratas,…-, quienes se alzan sin discusión con la palma son los banqueros. Los testimonio son innumerables. Hasta un poeta tan volcado hacia el interior de sus soledades y sus miedos como Antonio Gamoneda lo ha sentenciado en su último libro: “Quemar, por ejemplo, los trépanos y las finanzas financieras”. 

De un modo algo menos literario, a una pregunta sobre cómo es posible que las cuentas de Bankia se transformaran como por ensalmo de ser un paraíso de 3.000 millones de beneficios en un infierno de 300 millones de pérdidas, acaba de contestar uno de nuestros grandes banqueros, Francisco González: “La contabilidad es como un chicle”. Acabáramos. En realidad, no se trata de ningún descubrimiento: hace ya tiempo que supimos que eso de la interpretación diversa de los balances y la “contabilidad creativa” no es un asunto exclusivo de países del Tercer Mundo. Por el contrario, hace ya una década que nada menos que en Estados Unidos se desató la famosa crisis de las finazas corporativas, que se llevó por delante algunas de las principales empresas del país por falsear sistemáticamente sus datos contables (como el célebre caso Enron). ¿Y qué decir de nuestra querida Europa, en donde se ha demostrado que al menos un país –Grecia- falseó su contabilidad nacional…con la inestimable ayuda de uno de los grandes bancos de inversión  del mundo.

Pero, por conocidos que sean esos hechos, la sinceridad del señor González es de las que hielan la sangre. Porque, entonces,... ¿eso mismo se puede aplicar al resto de las entidades, al conjunto del sistema financiero?. Recuérdese la obviedad de que las relaciones financieras se distinguen de casi todos los demás intercambios económicos en que se basan enteramente en la confianza. Y sin datos firmes, incuestionables –todo lo contrario de la materia del chicle-, el suelo de todo ese edificio comienza a abrirse. Recordemos también que el origen de la sucesión de desgracias de los últimos años está en las finanzas completamente fuera de escala y al margen de posibilidades efectivas  de control -¿controlar qué, si ni siquiera estamos seguros de registrar verazmente los datos?- desarrolladas en las últimas décadas.

  Sin pretenderlo, uno de los dos principales banqueros españoles nos ha dado una clave que conduce a una importante conclusión: vivimos sobre una bomba de tiempo -las finanzas globalizadas- cuya dimensión exacta seguimos sin saber. Y a pesar de que a todas hora oímos hablar de reformas, ninguna de ellas se refiere a lo más urgente: abrir un camino de cambios que de una vez desactive ese peligro.