lunes, 10 de junio de 2013

"Silencioso paso de la historia"

La Voz de Galicia, Mercados, 9-VI-2013.

A ORILLAS DE LA CIFRA

Xosé Carlos Arias

                      Silencioso paso de la historia

En su extraordinario volumen de memorias recientemente editado en castellano, el gran pensador liberal francés Raymond Aron afirma que (Memorias. Medio siglo de reflexión política, RBA, 2013). Algo que puede parecer muy poco apropiado para describir estos tiempos, en los que muchos de nosotros tenemos la sensación de que el mundo está cambiando bajo nuestros pies, pero ocurre no precisamente en silencio, sino en medio de una estruendosa fanfarria. 

Y sin embargo, algunas hechos ocurridos en las últimas semanas o meses, que apenas han llamado la atención de algunos medios especializados, acaso sean recordados con el tiempo como hitos importantes en la construcción de un nuevo orden económico y político internacional de cara a las próximas décadas. Me refiero, por ejemplo, a la creación de la Alianza del Pacífico, un acuerdo por el crecimiento firmado por cuatro de los países más dinámicos de América latina (Chile, Perú, Colombia y México). Nace la Alianza como clara alternativa a la languidez de los actuales bloques para la integración económica en la región, los cuales han ofrecido siempre mucha más retórica que realidades tangibles. Es verdad que, por el momento, la iniciativa es modesta, y se limita a fomentar los acuerdos comerciales, además de suscitar dudas por la sonora ausencia del gigante económico del área, Brasil. Pero podríamos estar no sólo ante el comienzo de un interesante camino, sino, sobre todo, ante la señal de que América latina se levanta como un actor a tener en cuenta en la economía internacional del futuro; una región en la que, por lo demás, cada vez pesa menos su gran vecino del norte, ante la presencia creciente de la pujanza inversora china.

Mucho más importante aún –aquí sí podríamos estar hablando de un hecho trascendental- es la Cumbre de Durban, que reunió a los jefes de Estado de los BRICS el pasado mes de marzo. En esa reunión se ha lanzado un nuevo modelo de cooperación entre los principales países emergentes, con resultados claros en los ámbitos del comercio y las finanzas (incluida la creación de un banco de desarrollo). Pero su mensaje fundamental va mucho más allá de los acuerdos concretos: somos países ya muy poderosos económicamente –nos están diciendo con altavoces, aunque apenas les prestemos atención-, pues nuestras economías representan ya más de un 20 % del total de la producción mundial, habiéndose doblado en apenas diez años; algunos de nosotros nos contamos entre los grandes acreedores en el juego de las finanzas globales, por lo que cualquier solución a los problemas del mundo desarrollado (por ejemplo y muy destacadamente, los de la eurozona) deben contar con nuestro acuerdo; y además, como ya se ha dicho antes, somos cada vez más decisivos en resto del mundo: en América latina, pero también en África. En consecuencia, reclamamos más poder político.

Es decir, a estos países, ya no parece bastarles su presencia en foros como el G-20, o los cambios realizados en organismos como el FMI o el Banco Mundial. Exigen más, pues saben que su presencia en la recomposición del orden internacional después de esta crisis será imprescindible. Por eso tal vez estemos ante otro de esos pasos silenciosos de la historia de los que dejó constancia Aron.